Alimentación para la recuperación y prevención articular
Proteínas y cicatrización:
Durante una lesión, el cuerpo requiere más proteínas para reparar tejidos, tendones, ligamentos y favorecer la síntesis de colágeno y fibras musculares. Se recomienda un aporte diario de entre 1,6 y 2,5 g/kg de peso; en fases iniciales puede incluso elevarse hasta 2–2,5 g/kg. Es importante repartir estas proteínas en tomas de 30 g varias veces al día, incluyendo fuentes de alta calidad como huevo, pescado, carnes magras, lácteos, legumbres o tofu.
Grasas saludables e inflamación:
Consumir grasas insaturadas —como el aceite de oliva virgen extra, frutos secos, semillas (chía, lino), aguacate o pescados azules— ayuda a reducir la inflamación gracias a los ácidos grasos omega-3 y otros compuestos antiinflamatorios.
Vitaminas, minerales y antioxidantes:
Varios micronutrientes son esenciales en la recuperación:
- Vitamina C: favorece la síntesis de colágeno y la reparación de tejidos. Presente en cítricos, fresas, kiwi, brócoli, pimientos.
- Vitamina D y calcio: indispensables para la salud ósea; se obtienen mediante pescados grasos, lácteos, huevos y exposición moderada al sol.
- Otras vitaminas y antioxidantes (A, E, polifenoles): fortalecen el sistema inmune, reducen la oxidación y apoyan la reparación de tejidos. Se encuentran en verduras como espinacas, kale, aguacate, frutos secos, frutas del bosque, etc.
- Minerales como zinc y magnesio: participan en la síntesis de proteínas, colágeno y en la salud ósea. Están presentes en semillas, legumbres, nueces.
Carbohidratos y energía:
Aunque la actividad física disminuya, mantener una ingesta adecuada de carbohidratos complejos (granos enteros, legumbres, frutas y verduras) es importante para sostener la energía necesaria para la reparación corporal. Evitar azúcares refinados e hidratos simples ayuda a controlar la inflamación.
Hidratación:
Beber suficiente agua (al menos 2–3 litros diarios) facilita el transporte de nutrientes y elimina toxinas. También contribuye a mantener la elasticidad y funcionalidad de los tejidos.
Evitar alimentos inflamatorios:
Se aconseja reducir el consumo de azúcares, ultraprocesados, alcohol, grasas trans y alimentos con alto índice glucémico, ya que favorecen la inflamación y ralentizan la recuperación.
Hábitos de vida saludables
Control de peso:
Mantener o alcanzar un peso saludable reduce la carga sobre las articulaciones, especialmente rodillas y caderas. Una pérdida de al menos un 5 % del peso corporal puede aliviar significativamente síntomas en casos de artrosis.
Postura y ergonomía:
Evitar mantener posturas estáticas prolongadas (sentarse o estar de pie mucho tiempo); cambiar de posición frecuentemente. Sentarse con respaldo y la espalda recta, utilizar superficies firmes para descansar, y recoger objetos doblando las rodillas en lugar de la columna son recomendaciones clave.
Llevar pesos cerca del cuerpo y distribuir la carga equitativamente también ayuda a prevenir sobrecargas.
Calzado adecuado:
Usar un calzado cómodo, amplio y estable (con ligera cuña si es necesario) ayuda a reducir el impacto. Evitar tacones o zapatos muy planos, ya que pueden favorecer el desgaste articular.
Descanso, sueño y evitar tóxicos:
Un buen descanso y sueño reparador son esenciales para la recuperación. Además, evitar fumar y el consumo excesivo de alcohol apoya la salud articular y general.
Fisioterapia y terapias manuales
La kinesioterapia (o cinesiterapia), que consiste en tratamientos mediante movimiento, ayuda a mantener la movilidad, fortalecer músculos, estimular la propiocepción y evitar la rigidez.
También se recomienda realizar ejercicios específicos, suaves, 2–3 veces al día durante unos 10 minutos, sin aumentar el dolor. Esto mantiene la flexibilidad muscular y previene la atrofia.
El masaje terapéutico (quiromasaje) mejora el flujo sanguíneo, facilita el drenaje linfático y ayuda a eliminar residuos metabólicos, favoreciendo la recuperación.
Actividad física y hábitos deportivos
Ejercicio adaptado y progresivo:
Durante la recuperación, es fundamental realizar actividad física adaptada: movimientos suaves y controlados que no provoquen dolor. En fases de menor inflamación, se puede reanudar progresivamente ejercicio leve (bicicleta, natación, gimnasia suave).
Para artrosis de rodilla, deben evitarse deportes de alto impacto o contacto (como fútbol o esquí), y en su lugar optar por actividades que fortalezcan sin perjudicar la articulación.
Ejercicios de fortalecimiento muscular —especialmente en zonas proximales a la articulación afectada— ayudan a mejorar la carga soportada y funcionalidad general.
Recuperación gradual y movilidad funcional:
Seguir una progresión controlada, comenzando en rangos de movimiento tolerables y ampliándolos según mejora, es clave. El fortalecimiento y la movilidad conducidos por un fisioterapeuta o profesional garantizan una evolución segura.
Cuidados personales y prevención a largo plazo
Control del dolor y autogestión:
En algunos casos, puede ser necesario el uso temporal de medicamentos (antiinflamatorios o analgésicos) bajo indicación médica para aliviar los síntomas.
Prevención en artrosis y artritis
- Dieta mediterránea: rica en verduras, legumbres, aceite de oliva, pescado y baja en ultraprocesados, ayuda a mantener peso y tiene efectos antiinflamatorios beneficiosos.
- Dejar de fumar y cuidados dentales: el tabaco empeora la artritis reumatoide, mientras que la salud bucal está relacionada con la evolución de la enfermedad.
- Soporte ortésico: en casos de artrosis avanzada, plantarillas, bastones o calzado ortopédico pueden aliviar la carga articular y mejorar la función.
- Terapias complementarias: en ciertos casos —como la artritis reumatoide— pueden considerarse enfoques como yoga adaptado, dietas específicas (por ejemplo, vegana sin gluten) o suplementos bajo supervisión médica.
Conclusiones:
El cuidado de lesiones articulares exige un enfoque integral combinando alimentación rica en proteínas, grasas saludables, vitaminas y minerales, junto con hábitos de vida saludables, actividad física adaptada y cuidados terapéuticos personales. Mantener peso saludable, favorecer la movilidad funcional, apoyar los tejidos con nutrientes adecuados y adoptar medidas ergonómicas y posturales son pilares esenciales para recuperar función, prevenir el desgaste articular y mantener la calidad de vida.


Autor:
Sergi Massanet
Doctor en medicina; especialidad traumatología. Experto en Traumatología Regenerativa (BioRegenerativa) con un amplio historial y experiencia, tanto en el ejercicio de la profesión como en actividades de gestión y formativas.
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